Poesia
Pablo
Neruda
Gustavo
Adolfo Becquer
Rubén
Dario
José
Batres Montúfar
José
Asunción Silva
Luis
Cernuda
Ismael
Enrique Arciniegas
Puedo
escribir (1924)
(Veinte poemas de amor y una canción
desesperada)
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan,
azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y
canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise,
y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre
mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me
quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos
fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no
la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin
ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que
mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está
conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no
se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la
busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que
hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los
mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz
buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes
de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan
largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el
último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le
escribo.
*
Poema de Amor #15
« Me gustas cuando callas porque estás como
ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos
se te hubieran volado
Y parece que un beso te cerrara la boca.
Como
todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma
mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra
melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás
como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te
alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te
hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un
anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de
estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás
como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra
entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
»
X
Olas Gigantes, que os rompéis bramando,
en las playas
desiertas y remotas:
envuelto entre las sábanas de espumas,
llevadme con
vosotras!
Ráfagas de Huracán, que arrebatáis
del alto bosque
las marchitas hojas:
arrastrado en el ciego torbellino,
llevadme con
vosotras!
Nubes de Tempestad, que rompe el rayo,
y en fuego
ornáis las desprendidas orlas:
arrebatado entre la niebla oscura,
llevadme
con vosotras!
LLevadme por piedad, a donde el vértigo
con la razón
me arranque la memoria...
Por piedad!... Tengo miedo de quedarme
con mi
dolor a solas!
*
Yo sé cuál el objeto
de tus suspiros
es.
Yo conozco la causa de tu dulce
secreta languidez.
¿Te ríes...?
Algún día
sabrás, niña, por qué:
Tú lo sabes apenas
y yo lo
sé.
Yo sé cuando tu sueñas,
y lo que en sueños ves;
como en un
libro puedo lo que callas
en tu frente leer.
¿Te ríes...? Algún
día
sabrás, niña, por qué:
Tú lo sabes apenas
y yo lo sé.
Yo sé
por qué sonríes
y lloras a la vez.
Yo penetro en los senos
misteriosos
de tu alma de mujer.
¿Te ríes...? Algún día
sabrás, niña,
por qué:
mientras tu sientes mucho y nada sabes,
yo que no siento ya, todo
lo sé.
*
Como se arranca el hierro de una herida
su amor de
las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba
con él!
Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen
arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se
apagó.
Aún turbando en la noche el firme empeño
vive en la idea la
visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el
soñar
*
Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
y
que no se sabe dónde
temblando se clavará;
hoja que del árbol
seca
arrebata el vendaval,
y que no hay quien diga el surco
donde al
polvo volverá.
Gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar
y
rueda y pasa y se ignora
que playa buscando va.
Luz que en cercos
temblorosos
brilla próxima a expirar,
y que no se sabe de ellos
cuál el
ultimo será.
Eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de
donde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
Sonatina
La PRINCESA está
triste... qué tendrá la princesa?
Los, suspiros se escapan de su boca de
fresa
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está
pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
Y en
un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los
pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de
rojo, pirutea el bufón.
La princesa no ríe la princesa no siente;
la
princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga
ilusión.
Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el
que ha detenido su carroza Argentina
para ver de sus ojos la dulzura de
luz!
iO en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es
soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de
Ormuz?
Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
·quiere ser
golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo
volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios
con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno
mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón
encantado, ni el bufón escarlate,
ni los cisnes unánimes en el lago de
azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de
Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del
Sur.
Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros,
está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el
palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus
cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
Oh quién
fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa
está pálida)
Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
Quién volara a la
tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está
triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
--Calla,
calla, princesa--dice el hada madrina--,
en caballo con alas, hacia acá se
encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero
que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a
encenderte los labios con su beso de amor!
[1893]
José Batres
Montúfar
(Guatemala)
"Yo Pienso en Ti"
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente,
Sola, fija,
sin tregua, a toda hora,
Aunque talvez el rostro indiferente
No deje
reflejar sobre mi frente
La llama que en silencio me devora.
En mi
lóbrega y yerta fantasía
Brilla tu imagen apacible y pura
Como el rayo de
luz que el sol envía
a través de la bóveda sombría
Al roto mármol de una
sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo
Mi corazón se embarga
y se enajena
Y allá en su centro vibra moribundo,
Cuando entre el vano
estrépito del mundo,
La melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin
afán y sin lamento,
Sin agitarme en ciego frenesí,
Sin proferir un solo,
un leve acento,
Las largas horas de la noche cuento
... ¡y pienso en ti!
NOCTURNO III
Una noche
Una noche
toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas
una noche en que
ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas
A mi lado,
léntamente, contra mí ceñida toda:
Muda y Pálida
Como si un presentimiento
de amarguras infinitas
Hasta el fondo más secreto de tus fibras te
agitara.
Por la senda que atraviesa la llanura florecida caminabas
Y la
luna llena,
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos, esparcía su luz
blanca
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la
luna proyectada
Sobre las arenas tristes de la senda se juntaban
Y eran
una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga
Y eran una sola sombra
larga
Y eran una sola sombra larga
Esta noche
Solo, el
alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de
ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia
Por el infinito
negro,
Donde nuestra voz no alcanza
Solo y mudo
Por la senda
caminaba
Y se oian los ladridos de los perros a la luna
A la luna
llena
Y el chillido
de las ranas,
Sentí frio, era el frio que tenian en
la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las
blancuras niveas
de las mortuorias sábanas!
Era el frio del sepulcro, era
el frio de la muerte,
Era el frio de la nada...
Y mi sombra
Por los
rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
Iba sola por la estepa
solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa
noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de
murmullos y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y
marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡ Oh las sombras
enlazadas!
¡ Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de
negruras y de lágrimas ! ...
POETA DI PASO
¡Poeta, di
paso
Los furtivos besos!...
¡La sombra! ¿Los recuerdos! La luna no
vertía
Allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía
bajo el follaje espeso.
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
El
contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la
alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró
luz por las ramas cual si llegara el día,
Entre las nieblas pálidas la luna
aparecía...
¡Poeta, di paso
Los íntimos besos!
¡Ah, de las
noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, do la
tapicería
Amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
Desnuda tú en mis
brazos, fueron mios tus besos,
Tu cuerpo de veinte años entre la roja
seda,
Tus cabellos dorados y tu melancolía,
Tus frecuras de virgen y tu
olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
Los desteñidos hilos
de la tapicería.
¡Poeta, di paso
El último beso!
¡Ah de la
noche trágica me acuerdo todavía!
El ataúd heráldico en el salón yacía,
Mi
oído fatigado por vigilias y excesos,
Sintió como a distancia los monótonos
rezos!
Tú, mustia yerta y pálida entre la negra seda,
La llama de los
sirios temblaba y se movía,
Perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
Un
crucifijo pálido los brazos extendía
Y estaba helada y cardena tu boca que
fue mía!
No es nada, es un Suspiro
No es nada, es un suspiro,
pero nunca sació nadie esa
nada
ni nadie supo nunca de que alta roca nace.
Ni puedes tú saberlo, tú, que eres
nuestro afán,
nuestro amor
nuestra angustia de hombres;
palabra que creamos
en horas
de dolor solitario.
Un suspiro no es nada,
como tampoco es nada
el
viento entre los chopos,
la bruma sobre el mar
o ese impulso que
guía
un cuerpo hacia otro cuerpo.
Nada mi Fe, mi llama,
ni este vivir oscuro que la
lleva;
su latido o su ardor
no son sino un suspiro,
aire triste o
risueño
con el viento que escapa.
Sombra, si tú lo sabes, dime;
deja el hondo
fluir
libre sobre su imagen invisible,
acuérdate del hombre que
suspira
antes de que la luz vele su muerte,
vuelto el también latir de
aire,
suspiro entre tus manos poderosas.
A SOLAS
Quieres que
hablemos?...Esta bien... empieza: habla a
mi corazón como otros días.
Pero no... que dirías? Que podrías decir a mi tristeza?
no intentes
disculparte... todo es en vano! ya murieron
las flores en el huerto; el campo
verde lo secó el verano,
y mi fe en ti, como mi amor ha muerto!
Amor
arrepentido, ave que quieres regresar al nido al
través de la escarcha y las
neblinas; amor que vienes
aterrido y yerto, donde fuiste feliz... Ya todo
ha
muerto! no vuelvas...Todo lo hallarás en ruinas!
A que has
venido?...Para que volviste? Que
buscas?....Nadie habrá de responderte está
sola mi
alma, y estoy triste Inmensamente triste hasta
la
muerte!
Todas las ilusiones que te amaron las que
quisieron
compartir tu suerte, mucho tiempo en la sombra te
esperaron, y
se fueron... cansadas de no verte!
Cuando por primera vez en mi camino te
encontré, reía,
en los campos la alegre primavera todo era luz, aroma
y
armonía.
Hoy...todo cuan distinto! paso a paso, yo solo voy por
la
desierta vía nave sin rumbo entre revueltas olas
pensando en las
tristezas del ocaso, y en las tristezas de
las almas solas.
En torno
la mirada no columbra sino aspereza y
páramos sombríos; los nidos, en la
nieve, están vacíos, y
la estrella que amamos, ya no alumbra el azul de
tus
sueños y los míos!
Partiste para ignota lontananza cuando empezaba
a
descender la sombra! recuerdas?....Te imploraba mi
esperanza, Pero ya mi
esperanza no te nombra! no ha
de nombrarte.... Para que?...Vacía está el ara,
y la
historia yace trunca.
Ya para que esperar que irradie el día! Ya
para que
decirnos, TODAVIA si una voz grita en nuestras
almas:
NUNCA!
Dices que eres la misma; que en tu pecho la dulce
llama
de otros tiempos arde; que el nido del amor no está
deshecho, que
aún para amarnos otra vez no es tarde.
Te engañas!..No lo creas!...Ya la
duda echó en mi
corazón fuertes raíces. Ya la fe de otros tiempos no
me
escuda. Quedo de sueños mi ilusión desnuda, y no
puedo creer lo que me
dices!
No lo puedo creer!...mi fe burlada, mi fe en tu amor
perdida,
es ancla de una nave destrozada, ancla en el
fondo de la mar
caída!
Anhelos de un amor, castos, risueños, ya nunca
volveréis...se
van ...se esconden! lo llamas?...es
inútil!...no responden... ya los cubre el
sudario de mis
sueños!
Hace tiempo se fue la primavera... llegó el
invierno,
fúnebre y sombrío! ave fue nuestro amor, ave viajera,
Y las aves
se van cuando hace frío!